Fidget Spinner, ahora también disponible para tu móvil
El juguete de moda también tiene cabida en la telefonía móvil. Los afamados Fidget Spinner, esos artículos con tres alas cuya única función es girar y que tienen enamorado a casi todos los críos del mundo, ahora también se pueden utilizar en nuestro iPhone. ¿Cómo? Pues, como se puede uno imaginar, a través de una aplicación llamada Fidget Spinner (aunque estaría bien lo de girar el móvil, salvo por el peligro de que acabe estampado contra el suelo).
La aplicación es de lo más sencilla del mundo: el jugador sólo tiene que pulsar la pantalla lo más rápido posible. Los datos del juego calculan las revoluciones del Spinner y cuántas veces se gira en una porción de tiempo concreta. Si el juguete era fácil de usar en la vida real, en los teléfonos móviles es todavía más (con el añadido de que nos permite contar las vueltas realizadas).
¿Y no lo hay para Android? Pues claro que sí, además del mismo creador. Al igual que la versión de iOS, la de Android incluye las mismas especificaciones y características, por lo que sólo tenéis que darle aquí para descargar (y gratuitamente).
De igual manera, en Android tenemos una gran variedad de aplicaciones relacionadas con el Fidget Spinner. Una de las que nos gustaría destacar es Simulador Real, que da acceso a más de 60 modelos diferentes y una sucesión de pruebas; y otra sería una versión en 3D, que luce bastante bien en pantalla.
Historia del infortunio, Fidget Spinner
Ahora que el juguete triunfa en todo el mundo, hay que recordar la historia que este arrastra tras de sí, no precisamente bonita. La estadounidense Catherine Hettinger lo creó hace justo 20 años, en 1997. Lo diseñó como un simple juguete para que su hija se entretuviera, sin ninguna función comercial.
Con el paso de los años, Catherine no tuvo más remedio que no renovar la patente en 2005 (400 dólares) por los problemas económicos por los que atravesaba. Quién le iba a decir que 12 años después de no mantener esta autoridad, el Fidget Spinner iba a triunfar en todo el mundo.
El caso contrario lo representa Ryan Weaver, un estadounidense que fue despedido el año pasado de su empresa, una plataforma petrolífera en Alaska. Este joven arrastraba una deuda de más de 160.000 dólares, y viendo que los juguetes estaban empezando a despuntar en el mercado, se propuso montar una empresa que los creara. Y triunfó.
En la actualidad, a través de diferentes plataformas vende entre 500 y 1.000 unidades cada día. Todas sus deudas están más que saldadas y quiere aprovechar el tirón tanto como pueda -ya que él también sabe que esto, como buena moda, terminará pasando al ostracismo al igual que tantas otras-. Eso sí, como dice el refranero, «que le quiten lo bailado».